“Yendo ellos, uno le
dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. Y le dijo Jesús:
Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del
Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor,
déjame que primero vaya y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Deja que los
muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. Entonces
también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los
que están en mi casa. Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado
mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”.
El escriba esperaba obtener algo de
Jesús como uno de Sus discípulos aunque al principio le hubiera querido seguir
por respeto. Pero Jesús le dijo que el Hijo del Hombre no tenía donde reclinar
la cabeza. Al oír esto, que Jesús no tenía ni una sola parcela de tierra, ni su
propia casa, el escriba desistió.
Discípulo es aquel que sigue a su
maestro. Jesús nos dice que la gente del mundo no puede seguir al Señor
aunque quieran, y que no hay nada que puedan obtener de Él. De hecho, ¿qué
cosas terrenales puede uno ganar siguiendo al Señor? Como Jesús dijo, el Hijo
del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza, por eso la gente del mundo no
tiene ningún motivo por el cual seguir al Señor.
PARA SEGUIR AL SEÑOR SE DEBE AMAR EL EVANGELIO
Uno discípulo, en cierta ocasión
solicitó permiso a nuestro Señor Jesús para poder sepultar a su padre, quien
había fallecido, el anhelo de este era después seguir a Jesús. ¿No
era lo correcto que primero sepultase a su padre y luego seguir al Señor? Según
los estilos de buen comportamiento aceptados en nuestro tiempo esto sería lo
correcto. Pero Jesús dijo: “Sígueme y deja a los muertos sepultar a los
muertos”. En otras palabras:
¿Cómo podría alguien que se hace llamar discípulo de Jesús seguirlo solo cuando
le sobra el tiempo? ¿No le parece un absurdo? Si una persona anhela
realmente seguir al Señor, debe cargar con su cruz y seguir al Señor (Marcos
8:34). La Biblia afirma aquí, que si realmente deseamos identificarnos con
Jesucristo, podemos hacerlos, y esto se dará en el momento que dejamos que los
inconversos se ocupen de sus asuntos mundanos.
Veamos esto detenidamente: Al
intentar seguir al Señor, hay muchos obstáculos del diario vivir que dificultan
permanecer como fieles discípulos. Cuando alguien conoce al Señor y
quiere seguirlo, el primer obstáculo en su camino es su familia. Aflora un
sentimiento de culpa si no prioriza a su familia, pensando que debería estar
cuidándoles y ayudándoles antes de estar involucrado en las tareas de la
iglesia.
Cuando en el año 1968, a los 18 años
nací de nuevo, inmediatamente pude involucrarme en tareas evangelística. El
sentido de la obligación por las almas perdidas fue muy fuerte, sentí un gran
deseo de seguir al Señor y comunicarlo a quienes no lo conocían. Mi ser
interior solo quería transmitir personalmente el Evangelio y ayuda a recibir a
Jesucristo como Señor y Salvador a quien se cruzara en mi camino.
Si iba a servir al Evangelio, debía planificar, pero no lo hice.
Seguí adelante con mis estudios y al finalizarlos, por unos seis años ejercí la
profesión de Contador. Angustiado por algunos años pensé en qué hacer con mi
vida.
Al
llegar al sexto año de ejercer la profesión finalmente tomé una decisión. La
conclusión a la que llegué era esta: La Obra de Dios tenía que hacerse y ella
sería mi prioridad, no se podía posponer. Porque si no me preparaba para
predicar el Evangelio, muchas almas en este mundo morirían en pecado. Mi dilema
se solucionó.
Si en
vez de predicar el Evangelio, me hubiera dedicado a ganar dinero eso hubiera
sido por mi felicidad carnal solamente. Pero si me preparaba para
llevar el Evangelio siguiendo al Señor, daría vida a mucha gente y serviría a
la verdadera felicidad de muchos. Así que después de considerarlo
meticulosamente, en mi oficina ubicada en el centro de la ciudad de Santiago de
Chile, llegué a la conclusión final y me dije a mí mismo: Hoy renuncio a este
trabajo, me paré de mi escritorio y fui donde mi jefe y le dije “mañana te hago
entrega de mi renuncia irrevocable” y, así lo cumplí.
Entonces
me decidí servir ministerialmente al Señor.
Luego de aceptar a Jesús como nuestro
Señor y Salvador y haber nacido de nuevo, ¿cuántas veces hemos pedido: “Déjame
primero sepultar a mi padre”? ¿Cuánta gente conocemos que necesita nuestros
cuidados? El discípulo del texto bíblico dijo: “Señor, permíteme ir primero a
sepultar a mi padre”; pero si tuviéramos que ocuparnos de todos estos asuntos,
¿cuándo encontraríamos tiempo para hacer las obras de Dios? ¿Cuándo tendríamos
tiempo suficiente? Por eso Jesús le dijo: “Sígueme y deja a los muertos sepultar a sus muertos”.
Dijo esto porque era la verdad.
Resulta muy importante decidir a qué
prioridad le vamos a entregar nuestra vida y el primer lugar en el momento de
la toma de decisiones. Ocuparnos de nuestros asuntos carnales y nuestras
obras espirituales al mismo tiempo, nos dejará traslucir una conducta
ambivalente por decir lo menos pues cuando nos consagramos a un propósito
estaremos, queramos o no, siendo desleal con el otro. .
Valga como un ejemplo: Recuerde
cuando estaba en el Colegio y estudiaba para los exámenes, al poner mayor
empeño en una asignatura y dedicarle más tiempo de estudio, era normal que no
tuviera tiempo de estudiar las otras asignaturas con la misma intensidad, obvio
que les dedicaba menos tiempo y atención debe a que Ud. es un ser finito, con
limitaciones como todos nosotros.
Podemos entender la lógica de nuestro
Señor Jesucristo y discernir mejor sus palabras como un hecho real: “Sígueme y
deja a los muertos sepultar a sus muertos” Razone
el significado de este pasaje y obedézcalo, resulta evidente que enterrar a un
padre es lo correcto, es algo que todos debemos hacer.
¿Hubiera entre los nacidos de nuevo, alguien que no daría un
funeral adecuado a cualquier miembro de su familia que falleciera? Todo
quisiéramos ¿verdad?. Pero el Señor se dirige a sus discípulos nacidos de nuevo
sobre lo que deben hacer primero, lo que los discípulos que le siguen de verdad
deben hacer.
¿Qué deben hacer primero los
justificados por la sangre de nuestro Señor Jesús? Primero deben hacer las
obras de Dios, seguir al Señor, servir al Evangelio, hacer lo que el Señor
quiere que hagan. El primer compromiso es seguir las enseñanzas del Señor.
Seguir siendo discípulo del mundo o un discípulo del Señor Jesús te estará
definido por “si obedeces a Jesucristo o al mundo y sus anti-valores” Muchos
creen que los discípulos de
Jesús somos infantiles e ingenuos, como que somos poca cosa, allá ellos, ese es
su estándar terrenal. Los verdaderos discípulos de Jesús no podríamos ser más
diferentes a ellos. Ser un
discípulo
de Jesús es estar en un nivel más elevado que los discípulos del mundo. Las
metas de un seguidor de Jesús son nobles y sus corazones grandes como la
inmensidad del mar para amar y llevar restauración al necesitado. Cada niño que
nace en este mundo debería con el paso de sus años ir enfocándose para vivir su
vida llena de un gran y noble significado, vivir una vida como discípulo
del Maestro de Galilea.
Una pregunta honesta que merece una
respuesta honesta: ¿De quién es discípulo usted?¿Es Ud. un discípulo de Jesús
o, un discípulo del mundo? Pongámoslo de otra manera: ¿sus normas de vida le
identifican con Jesús o con el mundo? Seguir a Jesús va aparejado con
abandonar todo lo mundano ¿ya?. Es servir al Evangelio del Señor Jesucristo, es
vivir como un discípulo del Señor.
Los seguidores de Dios sirven al
Señor Jesucristo mientras desarrollan sus vidas sociales, cuidan de su familia,
llevan adelante sus negocios y sus tareas laborares con excelencia. Esta es la
vida de un discípulo de Jesús.
También hay los que siguen a Jesús y
sirven a tiempo completo al Evangelio del Señor ellos son verdaderos discípulos
de Jesús (no son seres extraños) y desarrollan sus vidas como discípulos.
Un discípulo sigue los pasos de su maestro. Y hacen lo que Jesús quiere
que hagan. Por tanto, aquellos que han decidido creer y seguir a Jesús, deben
seguir al Señor para siempre. Jesús dijo: “Sígueme”, y en verdad es un
gran gozo seguirle. ¡Qué gran maestro es Jesús, qué poderoso es y qué bueno es
nuestro Señor! Si de verdad seguimos al Señor, nunca nos arrepentiremos.
Si seguimos al Señor, Él nunca nos
echará de su lado, ni nunca nos traicionará. Seguir al Señor no es nunca en
vano. Por eso el Señor Jesús les dijo a Sus discípulos: “Id, pues;
enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y
del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado”
(Mateo 28:19-20). Él dice a los discípulos de hoy que hagamos discípulos de
todas las naciones.
AMIGO Y HERMANO DEBES REFLEXIONAR:
1.
Qué
es ser un verdadero discípulo, y examinar detalladamente si estas siendo ese
tipo de
discípulos o no.
2. Debes examinar tu
mente ante el Señor Jesús, ver si estas satisfechos con tu decisión de ser Su Discípulo, y
3. Si estás preparado
para complacer al Comandante que nos ha alistado para ser Sus buenos soldados
(2 Timoteo 2:4).
4. Debes confirmar que
la vida de discípulo es la más preciada y valiosa. Y
5. Entonces, debes
poner en acción tu corazón como un bueno discípulo.
Mis queridos hermanos cristianos, el
escriba quería seguir al Señor, pero no pudo. Fracasó en su intento porque el
Señor le dijo que no podría obtener nada de Él al seguirle. Jesús dijo:
“No tengo nada, pero si todavía quieres seguirme, entonces sígueme. No poseo
nada en este mundo. Pero en realidad soy el más grande en el Reino de los
cielos, el Señor de todos los ejércitos, y el Rey de reyes. Aún así no tengo
nada en este mundo. “Las zorras tienen cuevas, y las aves del cielo, nidos;
pero yo no tengo dónde reclinar la cabeza. Así que si quieres seguirme con tus
deseos terrenales, hazlo cuando seas plenamente consciente de que no obtendrás
nada de este mundo de Mí. Si me quieres seguir aún sabiendo esto, sígueme”.
Jesús dijo a sus discípulos:
“Sígueme. Deja a los muertos sepultar a sus muertos y sígueme”.
¿Quiénes son los muertos aquí? ¿No
son los que no han nacido de nuevo? Son la gente que no cree en Jesús y Su
verdadero Evangelio del agua y el Espíritu. El mundo está lleno de obstáculos,
y puede resultarnos difícil seguir al Señor, pero mientras viven, recuerden lo
que nos dijo el Señor aquí: “Sígueme”.
Espero y oro que siempre recuerdes en
tú corazón que el Señor te ha dicho que le sigas, hazlo.
Lic. Roberto Parada Riquelme,
misionero