Desde Puerto Rico

20 de julio de 2011

“Primero sigue al Señor”

MATEO 8:18-22

Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”.

El escriba esperaba obtener algo de Jesús como uno de Sus discípulos aunque al principio le hubiera querido seguir por respeto. Pero Jesús le dijo que el Hijo del Hombre no tenía donde reclinar la cabeza. Al oír esto, que Jesús no tenía ni una sola parcela de tierra, ni su propia casa, el escriba desistió.
Discípulo es aquel que sigue a su maestro.  Jesús nos dice que la gente del mundo no puede seguir al Señor aunque quieran, y que no hay nada que puedan obtener de Él. De hecho, ¿qué cosas terrenales puede uno ganar siguiendo al Señor? Como Jesús dijo, el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza, por eso la gente del mundo no tiene ningún motivo por el cual seguir al Señor. 


PARA SEGUIR AL SEÑOR SE DEBE AMAR EL EVANGELIO 

Uno discípulo, en cierta ocasión solicitó permiso a nuestro Señor Jesús para poder sepultar a su padre, quien había fallecido, el anhelo de este era después seguir a Jesús.      ¿No era lo correcto que primero sepultase a su padre y luego seguir al Señor? Según los estilos de buen comportamiento aceptados en nuestro tiempo esto sería lo correcto. Pero Jesús dijo: “Sígueme y deja a los muertos sepultar a los muertos”.        En otras palabras: ¿Cómo podría alguien que se hace llamar discípulo de Jesús seguirlo solo cuando le sobra el tiempo? ¿No le parece un absurdo?  Si una persona anhela realmente seguir al Señor, debe cargar con su cruz y seguir al Señor (Marcos 8:34). La Biblia afirma aquí, que si realmente deseamos identificarnos con Jesucristo, podemos hacerlos, y esto se dará en el momento que dejamos que los inconversos se ocupen de sus asuntos mundanos.

Veamos esto detenidamente: Al intentar seguir al Señor, hay muchos obstáculos del diario vivir que dificultan permanecer como fieles discípulos. Cuando alguien conoce al Señor y quiere seguirlo, el primer obstáculo en su camino es su familia. Aflora un sentimiento de culpa si no prioriza a su familia, pensando que debería estar cuidándoles y ayudándoles antes de estar involucrado en las tareas de la iglesia.

Cuando en el año 1968, a los 18 años nací de nuevo, inmediatamente pude involucrarme en tareas evangelística. El sentido de la obligación por las almas perdidas fue muy fuerte, sentí un gran deseo de seguir al Señor y comunicarlo a quienes no lo conocían. Mi ser interior solo quería transmitir personalmente el Evangelio y ayuda a recibir a Jesucristo como Señor y Salvador a quien se cruzara en mi camino.   Si iba a servir al Evangelio, debía planificar, pero no lo hice. Seguí adelante con mis estudios y al finalizarlos, por unos seis años ejercí la profesión de Contador. Angustiado por algunos años pensé en qué hacer con mi vida.

Al llegar al sexto año de ejercer la profesión finalmente tomé una decisión. La conclusión a la que llegué era esta: La Obra de Dios tenía que hacerse y ella sería mi prioridad, no se podía posponer.  Porque si no me preparaba para predicar el Evangelio, muchas almas en este mundo morirían en pecado. Mi dilema se solucionó. 

Si en vez de predicar el Evangelio, me hubiera dedicado a ganar dinero eso hubiera sido por mi felicidad carnal solamente.   Pero si me preparaba para llevar el Evangelio siguiendo al Señor, daría vida a mucha gente y serviría a la verdadera felicidad de muchos.  Así que después de considerarlo meticulosamente, en mi oficina ubicada en el centro de la ciudad de Santiago de Chile, llegué a la conclusión final y me dije a mí mismo: Hoy renuncio a este trabajo, me paré de mi escritorio y fui donde mi jefe y le dije “mañana te hago entrega de mi renuncia irrevocable” y, así lo cumplí.
Entonces me decidí servir ministerialmente al Señor.

Luego de aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador y haber nacido de nuevo, ¿cuántas veces hemos pedido: “Déjame primero sepultar a mi padre”? ¿Cuánta gente conocemos que necesita nuestros cuidados? El discípulo del texto bíblico dijo: “Señor, permíteme ir primero a sepultar a mi padre”; pero si tuviéramos que ocuparnos de todos estos asuntos, ¿cuándo encontraríamos tiempo para hacer las obras de Dios? ¿Cuándo tendríamos tiempo suficiente? Por eso Jesús le dijo: “Sígueme y deja a los muertos sepultar a sus muertos”. Dijo esto porque era la verdad.

Resulta muy importante decidir a qué prioridad le vamos a entregar nuestra vida y el primer lugar en el momento de la toma de decisiones.  Ocuparnos de nuestros asuntos carnales y nuestras obras espirituales al mismo tiempo, nos dejará traslucir una conducta ambivalente por decir lo menos pues cuando nos consagramos a un propósito estaremos, queramos o no, siendo desleal con el otro. . 
Valga como un ejemplo: Recuerde cuando estaba en el Colegio y estudiaba para los exámenes, al poner mayor empeño en una asignatura y dedicarle más tiempo de estudio, era normal que no tuviera tiempo de estudiar las otras asignaturas con la misma intensidad, obvio que les dedicaba menos tiempo y atención debe a que Ud. es un ser finito, con limitaciones como todos nosotros.

Podemos entender la lógica de nuestro Señor Jesucristo y discernir mejor sus palabras como un hecho real: “Sígueme y deja a los muertos sepultar a sus muertos” Razone el significado de este pasaje y obedézcalo, resulta evidente que enterrar a un padre es lo correcto, es algo que todos debemos hacer.   ¿Hubiera entre los nacidos de nuevo, alguien que no daría un funeral adecuado a cualquier miembro de su familia que falleciera? Todo quisiéramos ¿verdad?. Pero el Señor se dirige a sus discípulos nacidos de nuevo sobre lo que deben hacer primero, lo que los discípulos que le siguen de verdad deben hacer.


¿Qué deben hacer primero los justificados por la sangre de nuestro Señor Jesús? Primero deben hacer las obras de Dios, seguir al Señor, servir al Evangelio, hacer lo que el Señor quiere que hagan. El primer compromiso es seguir las enseñanzas del Señor. Seguir siendo discípulo del mundo o un discípulo del Señor Jesús te estará definido por “si obedeces a Jesucristo o al mundo y sus anti-valores” Muchos creen  que los  discípulos de Jesús somos infantiles e ingenuos, como que somos poca cosa, allá ellos, ese es su estándar terrenal. Los verdaderos discípulos de Jesús no podríamos ser más diferentes a ellos. Ser un discípulo de Jesús es estar en un nivel más elevado que los discípulos del mundo. Las metas de un seguidor de Jesús son nobles y sus corazones grandes como la inmensidad del mar para amar y llevar restauración al necesitado. Cada niño que nace en este mundo debería con el paso de sus años ir enfocándose para vivir su vida llena de un gran y noble significado,  vivir una vida como discípulo del Maestro de Galilea.

Una pregunta honesta que merece una respuesta honesta: ¿De quién es discípulo usted?¿Es Ud. un discípulo de Jesús o, un discípulo del mundo? Pongámoslo de otra manera: ¿sus normas de vida le identifican con Jesús o con el mundo?  Seguir a Jesús va aparejado con abandonar todo lo mundano ¿ya?. Es servir al Evangelio del Señor Jesucristo, es vivir como un discípulo del Señor. 

Los seguidores de Dios sirven al Señor Jesucristo mientras desarrollan sus vidas sociales, cuidan de su familia, llevan adelante sus negocios y sus tareas laborares con excelencia. Esta es la vida de un discípulo de Jesús.

También hay los que siguen a Jesús y sirven a tiempo completo al Evangelio del Señor ellos son verdaderos discípulos de Jesús (no son seres extraños) y desarrollan sus vidas como discípulos.  Un discípulo sigue los pasos de su maestro. Y hacen lo que Jesús quiere que hagan. Por tanto, aquellos que han decidido creer y seguir a Jesús, deben seguir al Señor para siempre.  Jesús dijo: “Sígueme”, y en verdad es un gran gozo seguirle. ¡Qué gran maestro es Jesús, qué poderoso es y qué bueno es nuestro Señor! Si de verdad seguimos al Señor, nunca nos arrepentiremos.

Si seguimos al Señor, Él nunca nos echará de su lado, ni nunca nos traicionará. Seguir al Señor no es nunca en vano. Por eso el Señor Jesús les dijo a Sus discípulos: “Id, pues; enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado” (Mateo 28:19-20). Él dice a los discípulos de hoy que hagamos discípulos de todas las naciones.

AMIGO Y HERMANO DEBES REFLEXIONAR: 

       1.        Qué es ser un verdadero discípulo, y examinar detalladamente si estas siendo ese tipo de
      discípulos o no.                
      2.       Debes examinar tu mente ante el Señor Jesús, ver si estas satisfechos con tu  decisión de ser  Su   Discípulo, y
    3.     Si estás preparado para complacer al Comandante que nos ha alistado para ser Sus buenos soldados (2 Timoteo 2:4).
       4.       Debes confirmar que la vida de discípulo es la más preciada y valiosa. Y
       5.       Entonces, debes poner en acción tu corazón como un bueno discípulo.

Mis queridos hermanos cristianos, el escriba quería seguir al Señor, pero no pudo. Fracasó en su intento porque el Señor le dijo que no podría obtener nada de Él al seguirle.  Jesús dijo: “No tengo nada, pero si todavía quieres seguirme, entonces sígueme. No poseo nada en este mundo. Pero en realidad soy el más grande en el Reino de los cielos, el Señor de todos los ejércitos, y el Rey de reyes. Aún así no tengo nada en este mundo. “Las zorras tienen cuevas, y las aves del cielo, nidos; pero yo no tengo dónde reclinar la cabeza. Así que si quieres seguirme con tus deseos terrenales, hazlo cuando seas plenamente consciente de que no obtendrás nada de este mundo de Mí. Si me quieres seguir aún sabiendo esto, sígueme”.
Jesús dijo a sus discípulos: “Sígueme. Deja a los muertos sepultar a sus muertos y sígueme”.
¿Quiénes son los muertos aquí? ¿No son los que no han nacido de nuevo? Son la gente que no cree en Jesús y Su verdadero Evangelio del agua y el Espíritu. El mundo está lleno de obstáculos, y puede resultarnos difícil seguir al Señor, pero mientras viven, recuerden lo que nos dijo el Señor aquí: “Sígueme”.

Espero y oro que siempre recuerdes en tú corazón que el Señor te ha dicho que le sigas, hazlo.

Lic. Roberto Parada Riquelme, misionero
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